El papel sembró la agonía de los bosques.
Y también la muerte de una revista que dejó de existir tras cinco años y 35 números.
Nos gustan los mundos virtuales. Como en el Paraíso que alguna vez imaginó el más taquillero de los escritores de la humanidad, en este cielo tampoco existe la muerte.
Lea ya no estará nunca con nosotros. Fuimos testigos de su terminal cáncer de pobreza.
Pero Lea ahora es aire y es palabras. Un espacio que está en todas partes y no está en ninguno.
No necesitamos más que eso.
Lea vuelve y es millones. Y es eterna, qué joder.