17 ene 2008

Césare Pavese: Vivir también cansa

por Nelson Díaz

Poeta, novelista y un excelente traductor de la literatura norteamericana, la vida y obra de Cesare Pavese transcurrió entre dos aguas: su amada campiña piamontesa y la indiferente ciudad; el totalitarismo de la Italia fascista y su realismo libertario; los últimos estertores del hermetismo italiano (o neohermetismo), --entre los que se encontraban Giuseppe Ungaretti, Eugenio Montale, Salvatore Quasimodo y más tarde Alfonso Gatto y Vittori Sereni-- y la forma épico-narrativa planteada en su obra como modelo de ruptura y transición. Tenía 42 años cuando decidió suicidarse. Su cuerpo fue encontrado en Albergo Roma, un pequeño hotel de Turín. Había dejado escrito, en la primera página de su libro Dialoghi con Leucó y a modo de despedida: “Perdono a todos y a todos pido perdón. ¿Está bien? No hagáis demasiados comentarios”.

Desde Turín con dolor

Pavese nació el 9 de setiembre de 1908 en el seno de una familia compuesta de cuatro hermanos, cuando sus padres se encontraban veraneando en su granja de Santo Stefano Belbo, una pequeño pueblo piamontés al norte de Italia. A los seis años, su padre Eugenio Pavese, que era juez en la corte de Turín, murió de cáncer cerebral. Introvertido, distraído, asmático y miope, el joven Cesare se vio obligado a usar gruesas gafas desde la adolescencia, recibiendo poco apoyo emocional de su taciturna y poco efusiva madre, Consolina Mesturini Pavese. El mismo año que su padre murió, su hermana María se enfermó y la familia debió permanecer en el Piamonte durante un año. En la escuela local fue donde nació su profundo amor por la campiña piamontesa, la que exploraba con los hijos de los granjeros. En su diario escribió: “Si es que hay un estilo en mi poesía, es el del niño fugitivo, que vuelve con alegría a su aldea” .
Agobiada por las deudas, su madre decidió vender la finca cuando Pavese tenía 10 años, en un infructuoso intento por mejorar las finanzas de la familia. Comenzaron a frecuentar en verano un pequeño pueblo llamado Reaglie, cerca de Turín, aunque Cesare regresaba a menudo para visitar el escenario de su niñez, que más tarde utilizaría en sus autobiográficas novelas. Vivió en Turín con su madre hasta su muerte en 1930, año en que comienza a compartir el apartamento con su hermana casada y su familia.
Su educación continuó en Turín; primero en una escuela jesuita, más tarde en el Gimnasio Moderno. A los 16 años ingresó en el Liceo Massimo D´Azeglio, donde conoció a Augusto Monti, profesor de literatura italiana, quien lo persuadió para que estudiara griego, despertando así el interés por la mitología, que perduró hasta el final de su vida. Pavese dedicaba largas horas a la lectura de obras en griego y también a la literatura italiana, inglesa y norteamericana, la que incluía la poesía de Walt Whitman.


Tierra roja, tierra negra

Fue en el último período de su adolescencia cuando Pavese “oyó” por primera vez la “voz absurda” del suicidio, cuando uno de sus pocos amigos se quitó la vida. Cuatro años antes, en la turbulenta atmósfera política de Turín, había experimentado una conmoción a causa de la matanza llevada a cabo por los “camisas negras”, que habían dado muerte a 11 personas y heridos a varias más como represalia por el asesinato de dos fascistas, poco después de que Mussolini tomara el poder en Italia. Doce años más tarde, escribiría un poema titulado “Una generazione” (incluido en Lavorare stanca), en el que conmemoraba el luctuoso contecimiento: ”En la cárcel hay obreros callados/ y alguno ya está muerto/ En la calle han borrado los regueros de sangre/ La ciudad, a lo lejos, se despereza al sol/ la gente sale afuera/ Se miran a la cara/ Los muchachos pensaban en la sombras de los prados/ y miraban a la cara a las mujeres/ Pero incluso ellas/ no decían nada y dejaban hacer”.
Las convicciones políticas de Pavese tomaron una orientación más definida en el otoño de 1926 cuando ingresó en la Universidad de Turín. Allí conoció a un grupo de brillantes alumnos antifascistas, entre los que se encontraba el estudiante de Ciencias Políticas Giulio Einaudi quien habría de fundar Casa Einaudi, editorial llamada a ejercer una fuerte influencia entre los intelectuales italianos al publicar traducciones de autores ingleses y norteamericanos y que sería la encargada de editar la obra completa de Pavese. Otro de sus amigos durante la época de la universidad fue Leone Ginzburg, quien más tarde sería profesor de lenguas eslavas en la universidad y editor de La Cultura, revista de crítica literaria editada por Einaudi.
Entregado al estudio de la literatura norteamericana , Pavese terminó su doctorado en letras con una tesis sobre Walt Whitman. Sin embargo, no le fue posible obtener un trabajo permanente como profesor en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Dictó algunas horas de cátedra en varias escuelas: enseñó italiano, inglés, latín y filosofía a alumnos privados y escribió artículos sobre literatura norteamericana para varias revista literarias. En 1934, antes del comienzo de la guerra de Abisinia, en la ciudad de Turín se produjo el arresto de 200 personas, entre las que se encontraba Ginzburg y otros asociados de La Cultura. Acusado de ser el cabecilla del movimiento subversivo Giustizia e Libertá, fundado en la década anterior por Piero Gobetti, Ginzburg fue condenado a dos años de prisión. Carlos Levi, otro de los antiguos compañeros de escuela de Pavese, también arrestado, describió su exilio en una remota aldea en su libro Cristo si è fermato a Eboli, que se convirtió un éxito de librería. Después del arresto de Ginzburg, Pavese se convirtió en el editor de La Cultura, renunciando luego de un año.


El silencio della vocce ruocca

El 13 de mayo de 1935 la policía allanó el apartamento que Pavese compartía con su hermana y encontró cartas escritas por su novia, relacionadas con el Partido Comunista y que, obviamente, lo comprometían políticamente. Fue arrestado junto con un grupo de intelectuales turineses, entre los que se encontraban Augusto Monti, Norberto Bobbio y el propio Enaudi. ¿La causas esgrimidas para el arresto? Actividad política clandestina. Durante el juicio se encerró en un absoluto mutismo para no delatar a “la donna della vocce ruocca”, --la misteriosa mujer con la cual Pavese tenía relaciones--, lo que le valió una condena de tres años de confinamiento en el pueblo calabrés de Brancaleone. En el exilio la idea del suicidio comienza a cobrar más fuerza. La condena, finalmente, fue reducida a un año debido a los graves problemas asmáticos que padecía Pavese.
La correspondencia con su hermana en ese período revela la sensación de soledad y la desazón que sufre; las crisis depresivas se hacen cada vez más frecuentes. Fue precisamente en Brancaleone cuando comenzó a llevar un diario que se publicó después de su muerte con el título Il mestiere di vivere. En su diario, Pavese expuso el juicio que su obra poética le merecía: “Aún no sé si soy un poeta o un sentimental, pero lo cierto es que estos meses atroces constituyen una prueba decisiva. Si, como lo espero, hasta los más grandes descubridores han tenido meses semejantes, digamos que la alegría de componer se hace pagar cara. La vida se venga --y está bien-- si uno le roba el oficio. No es nada la preocupación de componer --el famoso tormento-- frente a la de haber creado algo, y no saber luego qué hacer”.
Luego de la publicación de algunos de sus mejores poemas escritos en el exilio, rompió con su pasado literario y se entregó a escribir novelas. En ellas se repite insistentemente el tema del encierro, especialmente en Il carcere. En 1936, después del exilio, Pavese volvió a sus tareas editoriales en Casa Enaudi mientras era publicado su primer libro Lavorare stanca, por la editorial Solaria en Florencia. Durante este breve período ejerció la dirección en las oficinas de Enaudi en Roma, asociado a los novelistas Italo Calvino y Elio Vittorini, a quienes, junto a Pavese se les atribuye el haber americanizado la literatura italiana al romper con la tradición académica para introducir el elemento vernáculo.
Exceptuado del servicio militar a causa de su precaria salud, Pavese pasó parte de al Segunda Guerra Mundial en Turín. Después de su corta estadía en Roma se trasladó a Serralunga, una villa piamontesa donde se encontraba su hermana. Durante esos dos años se produce la muerte de su amigo Leone Ginzburg en un campo de concentración nazi. Pavese se recluye a leer a Kierkegaard, Milton, las tragedias griegas y a autores del período isabelino. En homenaje a su amigo asesinado, al finalizar la guerra publica la novela La casa in collina, que trataba sobre la resistencia italiana al nazismo y que apareció en un volumen titulado Prima che il gallo canti.


La tierra prometida


Sus primeras traducciones se vieron favorecidas por el encuentro fortuito con Antonio Chiuminatto, un estudiante de Chicago que pasaba el verano de 1929 en Turín. Pavese recibía una importantes cantidad de libros americanos y Chiuminatto le ayudaba a comprender las expresiones idiomáticas y el “slang” americano. Estimulado por la lectura de autores norteamericanos en sus días de universidad, dedicó años al estudio y traducción de obras de literatura norteamericana. Entre los años 1930 y 1934 publicó una larga lista de artículos sobre Sinclair Lewis y ensayos sobre Sherwood Anderson y Walt Whitman, --justamente una tesis sobre el autor de Hojas de hierba, le valió el doctorado en la universidad--. Pavese poseía un extenso conocimiento sobre la continuidad de la literatura americana, estimulado por la visión que tenía de América como “un escenario gigante en el que se representaba el drama de todos con más franqueza que en ninguna otra parte”. En sus novelas se repetía incesantemente el tema del rechazo a la ”città” y la búsqueda del “paese” y que era reflejada, en cierto modo, por la literatura americana ya que los escritores americanos, a pesar de sus orígenes, compartían una literatura en común. Si bien fue un lector entusiasta, familiarizado con escritores del siglo XIX como Herman Melville, Mark Twain, Henry Thoreau y Edgar Allan Poe prefirió los escritores de medio oeste, de principios de siglo y, en especial, a Sherwood Anderson y la poesía de Edgar Lee Masters. Luego de su graduación universitaria tradujo Moby Dick de Melville --considerada hasta el momento intraducible--, Our Mr. Wrenn de Sinclair Lewis (su primera traducción), Dark Laughter de Sherwood Anderson, Portrait of the Artist as a Young Man de James Joyce y David Copperfield de Charles Dickens.


Diálogo con la muerte

Pavese, junto a Alberto Moravia y Elio Vittorini, contribuyeron a la ruptura con la tradición académica. El estilo de Pavese, --que en esencia se mantuvo a través de sus nueve novelas cortas--, reflejaba elementos autobiográficos apenas disimulados en maestros de escuela, estudiantes de leyes, ingenieros y mecánicos. Particularmente autobiográfica resulta Il carcere, escrita durante el exilio, y La luna e i faló, descrita por el autor como la saga histórica de su propia época, y que narra el retorno de un aldeano a su villa natal en las montañas, después de muchos años de ausencia en América, para encontrar que los recuerdos que dolorosamente había abrigado en su memoria acerca de su idílico pasado se han desintegrado en el presente. Sus temas incluían con frecuencia el amor, la soledad, la muerte y el paraíso perdido de la inocencia. El pasado, reflejado en la campiña piamontesa, constituyó un importante elemento en su obra, que a menudo ponía de relieve el contraste de la cittá con el paese. Su admiración por los campesinos, sobre todo por su generosidad y capacidad para el trabajo y la vida sana, se refleja en La casa in collina , cuando el narrador, al preguntársele si cree en Italia, responde sin dudar: “No en Italia, sino en los italianos”. El propio Pavese sostenía que el tema de su obra consistía en la cadencia de la vida o “el ritmo de lo que pasa”. Sus ideas sobre la literatura eran originales; alguna vez escribió: “El arte del siglo XIX giraba en torno al desarrollo de las situaciones... el del siglo XX, en el fundamento estático. En el primer caso, el héroe no era el mismo al principio de la novela que al final; ahora sigue siendo el mismo”.
En sus novelas la tramas se desenvolvían a través de las inquietudes y la tensión creada por los personajes. En una época, Pavese apelaba a un número limitado de lectores de vanguardia. Luego de su muerte, su popularidad creció enormemente, principalmente en Italia y los países de habla española. Los años más fecundos del escritor fueron, también, sus últimos años de vida; entre 1946 a 1950 escribió Il compagno; Tra donne sole (novela adaptada para cine y dirigida por Michelangelo Antonioni bajo el nombre Le amiche) y La bella estate que le valió el premio literario Strega en 1950. Pavese prefería sus Dialoghi con Léuco, serie de meditaciones poéticas sobre la mitología clásica que el crítico americano Leslie Fiedler calificó como “ciertamente su más hermoso y logrado esfuerzo”.

Traición al amanecer

La muerte de Pavese está llena de puntos oscuros y conjeturas en torno a cuáles fueron las causas que lo llevaron al suicidio. Una de las hipótesis manejadas revela que en 1943, de regreso en Turín, se entera de que la mujer que él ama, “la donna della vocce ruocca”, se había casado pocos días antes. Otra de la hipótesis se refiere a la relación que mantuvo con la actriz norteamericana Constance Dowling, --que había conocido en Roma mientras filmaba una película--, y a quien le dedicó su último libro La luna e i faló. Luego de su muerte, sobre el escritorio de su oficina, se encontraron diez poemas dedicados a la actriz.
Una semana antes del trágico final, Pavese sale por última vez de su casa para pasar, según dice, unos días en el campo. Se despide de muchos amigos y escribe numerosas cartas. La decisión está tomada. En vez de dirigirse a la estación, alquila una habitación con teléfono en el Albergo Roma, en la ciudad de Turín.
Desde allí, durante la noche, realiza varias llamadas a sus amigos más próximos y se comunica con Fernanda Pivano, a quien lo une una fuerte amistad. El 26 de agosto un camarero, al no obtener respuesta, fuerza la puerta y encuentra el cuerpo de Pavese vestido y descalzo, sobre la cama. A su lado, en la mesa de luz, están los dieciséis tubos de somníferos que ingirió junto a un ejemplar de Dialoghi con Leucó, su libro preferido.
En el piso se encontró su diario; con fecha del 18 de agosto se podía leer: “Todo lo que se necesita es un poco de coraje. A medida que se acentúa el dolor y que éste se hace más claro y definitivo, más se afirma el instinto vital y el pensamiento suicida retrocede. Parece fácil cuando lo pensaba. Hasta mujeres débiles lo han llevado a cabo. Se necesita humildad, no orgullo. Todo esto es nauseabundo. Hechos y no palabras. No escribiré más”.
Más allá de almidonadas tesis de biógrafos sobre la decisión adoptada
--algunos atribuyen el suicidio a un amor no correspondido por la actriz americana Constance Dowling, otros a la traición de la misteriosa “donna della vocce roucca” como él solía llamarle y a profundas crisis depresivas-- tal vez la explicación sea mucho más sencilla y dolorosa: y es que vivir, también cansa.

Cuatro poemas de Césare Pavese

Y entonces nosotros, los viles

Y entonces nosotros, los viles
que amábamos la noche
que murmura, las casas,
los caminos del río,
las sucias luces rojas
de aquellos lugares, el dolor
manso y callado
arrancamos las manos
de la viva cadena,
y callamos, mas el corazón
nos estremeció la sangre,
y ya no hubo dulzura,
no hubo un abandonarse
junto al sendero del río
no más siervos, supimos
estar solos y vivos.


In the morning you always come back (1)


La tronera del alba
respira con tu boca
en las calles vacías.
Tus ojos son luz gris,
dulce gotas del alba
en las negras colinas.
Tu hálito y tu paso
como el viento del alba
a las casas sumergen.
La ciudad se estremece
tienen olor las piedras
vida y despertar eres.

Extraviado lucero
en la luz de la aurora,
sonido de la brisa
respiración, tibieza
la noche ha terminado.

Eres luz y mañana.


Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
desde el alba de la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto. Tus ojos
serán una palabra inútil,
n grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas
ante el espejo. Oh, cara esperanza,
aquel día sabremos, también,
que eres la vida y eres la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
asomar un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado.
Mudos, descenderemos al abismo.


The night you slept (2)

También la noche se te parece,
la noche lejana que llora
muda, dentro del hondo corazón,
y las estrellas pasan cansadas.
Una mejilla toca a otra
es un frío temblor, alguien
se agita y te suplica, solo,
perdido en ti, en tu fiebre.

La noche sufre y espera el alba,
pobre corazón que te sobresaltas.
Oh, rostro secreto, negra angustia,
fiebre que aflige a las estrellas,
hay quien, como tú, espera el alba,
mirando tu rostro en silencio.
Estás tendida bajo la noche
como un cerrado horizonte muerto.
Pobre corazón que te sobresaltas,
un día lejano fuiste el alba.


(1) “Por la mañana tú siempre regresas”; en el original está en inglés.
(2) “La noche que dormiste”; también en inglés en el
original.